Después
de que en las dos últimas semanas su nombre no hubiese parado de sonar en
prensa, radio, TV e internet, Asier Illarramendi ya puede descansar tranquilo
y, lo que es más importante, contento. Su vuelta a la Real Sociedad se ha hecho oficial dos años y algo más de
un mes después de que se fuese al coloso blanco de Madrid. Mucha gente del
mundo del fútbol, amén de aficionados, coinciden en señalar la idoneidad de
este movimiento por parte de todas las partes: el Madrid no necesita a Illarra,
Illarra necesita a la Real y ésta, obviamente, necesita a Illarra; vamos, más claro
agua.
Ciertamente, es poco tiempo, pero queda lejos aquel mes de junio en el año 2013, tiempo en el que la Real
asombraba a propios y extraños con una histórica clasificación para la
Champions League por la que nadie, y me incluyo yo, dábamos un duro cuatro o
cinco meses atrás. Asier, titular indiscutible con Philippe Montanier, fue uno de los
mejores no solo de ese equipo, sino de toda la Liga y Europa, puesto que ese
verano se salió en la sala de máquinas de la selección española en el europeo
sub21. Lo que vino después de ese torneo (que ganó junto a Iñigo Martínez)
todos lo sabemos. ‘El color del dinero’ de Florentino Pérez y el historial de triunfos
de un club como el Real Madrid pudieron más que el sentimiento del mutrikuarra
por su equipo del alma y la posibilidad de jugar con este la Champions League…
Fue un palo terrible para el club y su afición, y esto es algo innegable. A muchos les sentó fatal su marcha, y algunos aún no le han perdonado
por esa 'huída' tan repentina. “Apenas ha jugado 50 partidos en el 1º equipo y
ya se va…” decían los más insatisfechos.
Se
fue, como digo, para triunfar en un grande del fútbol mundial. Pero la
realidad iba a ser mucho más dura de lo que en un principio parecía. Cierto es
que su sueldo se multiplicó y su caché profesional aumentó mucho, gracias entre
otras cosas a su vinculación con ‘adidas’ u otras marcas. No obstante, en el
plano deportivo Illarra nunca llegó a cuajar con el Madrid. No quiero
extenderme, y por eso simplemente voy a mencionar uno de los partidos en los
que al canterano realista le pesó demasiado el escudo merengue. Y bueno, seguro que todos/as estáis
pensando en aquel partido en Alemania frente al Borussia Dortmund, el 8 de abril del
2014. Eran cuartos de final de la UCL y el de Mutriku cuajó una de las
actuaciones más desastrosas que se recuerdan en citas de semejante tronío… El
Real perdió 2-0 (no cayeron más tantos germanos por el buen papel de Iker Casillas) e Illarra falló en lo que mejor
le caracteriza como jugador: la seguridad y el equilibrio táctico. Ese día,
Ancelotti, sufriendo como nadie, salvo al barco blanco del hundimiento metiendo en el
lugar de Asier a un joven e inexperto Casemiro, y este sí que le respondió de
forma brava al desafío.
A partir de ese día en adelante, la carrera de Illarra en el
Madrid describió una clara curva descendente… Por ejemplo, en la final de la
UCL 2014, Carlo, ante la sensible baja de Alonso, prefirió poner a Khedira, que
venía de una grave lesión y sin ritmo alguno de minutos, antes que un Illarra
que estaba en un perfecto estado de forma física (que no mental). La pasada
temporada apenas participó en 20 encuentros oficiales, quedando patente que
para Ancelotti y la directiva blanca ya era carne de banquillo. Hoy en día, con
Kroos, Modric, Kovacic y Casemiro por delante suyo en el centro del campo de
Rafa Benítez, la presencia de Illarramendi era altamente improductiva para
todas las partes implicadas. Avanzando en este serial de capítulos, el pasado domingo se quedó fuera de la
convocatoria parea jugar en El Molinón, y eso, claro está, significaba que algo se estaba
cociendo en los despachos del Bernabeu…
Vuelve a casa, de eso no hay duda. Sigue habiendo un poso de
rencor y decepción por una parte de la afición, que no le perdonan (aún) que se
marchase (al Real Madrid además, que no cae precisamente bien en Donostia) en un
momento tan dulce. Pero parece que viene como el hijo pródigo, con la cabeza
gacha y arrepentido, con la única intención de recuperar el tiempo perdido y
volver a ser feliz en el club que le vio nacer futbolísticamente. ¿Pero qué gana la Real con su vuelta? Gana categoría, gana toque de balón, gana ritmo en su circulación, gana en potencial defensivo, gana en equilibrio... Si todo sale como se espera, el club donostiarra va a volver a tener a uno de los mejores centrocampistas de la Liga.
Su vuelta coincide con la meteórica ascensión de Rubén Pardo en el escalafón de galones del club txuri urdin. Desde la llegada de Moyes, el riojano ha ganado mucho protagonismo y ha podido mejorar en todos los aspectos del juego gracias a lo único que necesitaba, competir de forma asidua. La más que probable dupla que va a formar en el centro del campo con Illarra es una de las cosas que más excita a la afición de la Real, y no es para menos. Eso, y la conexión entre Vela y Jonathas, por supuesto. 'Se avecinan curvas', que diría aquel. Este sábado, en Anoeta y frente al Sporting del ‘Pitu’ Abelardo, Asier Illarramendi podría volver a defender por primera vez el escudo que jamás debió dejar atrás. Servidor, que entiende a esa parte de la afición dolida y decepcionada, solo puede desear una larga y próspera carrera en la Real a aquel futbolista que nos maravilló a tod@s y guió tan bien el juego del equipo blanquiazul no hace tanto.
Su vuelta coincide con la meteórica ascensión de Rubén Pardo en el escalafón de galones del club txuri urdin. Desde la llegada de Moyes, el riojano ha ganado mucho protagonismo y ha podido mejorar en todos los aspectos del juego gracias a lo único que necesitaba, competir de forma asidua. La más que probable dupla que va a formar en el centro del campo con Illarra es una de las cosas que más excita a la afición de la Real, y no es para menos. Eso, y la conexión entre Vela y Jonathas, por supuesto. 'Se avecinan curvas', que diría aquel. Este sábado, en Anoeta y frente al Sporting del ‘Pitu’ Abelardo, Asier Illarramendi podría volver a defender por primera vez el escudo que jamás debió dejar atrás. Servidor, que entiende a esa parte de la afición dolida y decepcionada, solo puede desear una larga y próspera carrera en la Real a aquel futbolista que nos maravilló a tod@s y guió tan bien el juego del equipo blanquiazul no hace tanto.