¿Es este el principio del fin? La Real,
evidenciando una vez más cuán grave es su crisis, volvió a pegarse ayer un
fuerte leñazo. Esta vez fue en casa del Córdoba, el colista de la Liga BBVA, un
equipo que va a llegar al mes de noviembre sin haber ganado un solo partido.
Revelador, ¿verdad? El conjunto txuri urdin, cual zombi descerebrado,
sin alma, saltó al campo “a verlas venir”. No hubo un plan establecido, no hubo
corazón. El virus ha alcanzado ya una fase muy peligrosa...
El equipo dirigido por el vilipendiado Jagoba
Arrasate camina con más pena que gloria por la Liga, y ya han pasado unos ocho
meses desde el inicio del proceso degenerativo. La descomposición, que cada vez
es más desagradable, afecta a todas las lineas del equipo y a las altas esferas
del club. Esta maldita pesadilla comenzó en febrero, antes de lo que la mayoría
tiende a pensar. En La Rosaleda, el 17 de febrero. Un partido que se ganó, por
cierto, pero en el que sin duda alguna algo oscuro y siniestro empezó a cobrar
vida en el organismo txuri urdin. La tremenda inyección de euforia que supuso vencer al Barça días después fue perjudicial, por paradójico que parezca.
El encargado de paliar esta crisis y expulsar el
virus, Arrasate, es seguramente uno de los grandes responsables de esta caída
en picado, de este nefasto momento que está llevando a la escuadra donostiarra
a coquetear con los puestos de descenso. No obstante, las culpas, obviamente,
están compartidas. Desde el presidente, Jokin Aperribay, hasta el director
deportivo, Lorenzo Juarros, pasando también por los cuatro capitanes del equipo
(Prieto, Ansotegi, Mikel y Vela), todos ellos están siendo parte activa de la
putrefacción que sufre el club blanquiazul.
Ese 'run-run' entre el entorno y la afición
Olvidaros, en cierto modo, de la pasión y el amor
por los colores realistas. Que nadie me malinterprete, el apego y el orgullo
por el glorioso escudo realista es algo imperecedero, una fuerza inherente a la
vida. Sin embargo, hoy día son otro tipo de sensaciones las que dominan el
pobre corazón del aficionado realista. Tristeza, incomprensión, nervios, rabia,
dolor, frustración... y confusión. La mente del fiel a la Real Sociedad es
ahora mismo un guirigay en el que se mezclan recuerdos malos y buenos del
pasado junto a oscuras y bellas expectativas de futuro. Muchos ya no van con el
pecho henchido y una sonrisa en la cara a Anoeta, y esto es algo que da qué pensar.
“Hasta aquí hemos llegado”, es lo que pensamos
muchos. El desencanto que siente el aficionado hacia su equipo del alma es un
claro indicador de que las cosas llevan tiempo funcionando mal. Este 'muerto'
está asustando mucho a sus seres queridos y, lo que es peor, cada vez desprende
un hedor más fuerte. La Real ha perdido su chispa y su alegría de vivir. Ya no
hay ni ritmo, ni intensidad, ni concentración. El equipo ha caído en un estado
de complacencia, el grado de exigencia está bajo cero y por momentos desaparece
hasta el amor propio y la vergüenza torera. Poco a poco vamos contemplando
síntomas de relajación, que van dando lugar a espectáculos vulgares y llenos de
mediocridad. Por favor, antes de que este 'muerto' se haga un daño
irreversible, ¡que alguien haga algo!
PD: No me juzguéis por ser tan dramático y
tremendista, solo recordar que, tal y como dijo Jorge Valdano, “el fútbol es lo
más importante entre las cosas menos importantes”. Qué bonito sería poder
cantar eso de “Que no estaba muerto que no, que no estaba muerto que no…”
dentro de no muchas semanas.