"Déjà vu", dícese de la sensación de haber sentido o haber vivido previamente una situación teóricamente nueva. El madridismo piensa en este término (de origen francófono) cada vez que el Barça de Guardiola hace de las suyas en su templo sagrado, el Santiago Bernabeu. Son ya siete visitas de Guardiola y sus pupilos, y son ya siete encuentros sin conocer la derrota, son ya demasiadas batallas perdidas, son ya demasiadas lágrimas vertidas a causa de la indignación que sufre el aficionado blanco al ver como una y otra vez viven la misma situación (buen juego culé e inexplicable pájara física-psíquica de los blancos) ante su enemigo más odiado. La cita de ayer, la ida de los 1/4 de Copa del Rey, era una ocasión perfecta para las reivindicaciones de los dos conjuntos. El Barça, dolido en su orgullo por haberse alejado del liderato de la liga de las estrellas, y el Real Madrid, ansioso por brindarle a su público, en su templo, una gran victoria ante el mejor rival posible (cosa que no ocurre desde mayo del 2008).
Metidos ya en faena, las alineaciones de uno y otro ya deparaban cual iba a ser el sino del partido. Mourinho renunciaba a la imaginación, la creatividad y al toque veloz (Ozil, Sahin, Granero, Kaká...) en su centro del campo sustituyéndolo por el músculo, la resistencia y la brega (Pepe, que no es centrocampista, y Lass). Tambores por violines. Mou debió pensar que iban a la guerra, no a una representación artística. Guardiola no quiso ninguna sorpresa, y salvo la inclusión de Pinto en el once (la Copa es para él), jugó con los habituales. Los primeros minutos nos mostraron ya lo que todos sabíamos, el conjunto blanco renunciaba por completo al balón (¿esto ya lo habíamos visto, no?), presionaba muy atentamente las salidas de balón de Xavi, Iniesta, Fabregas y Busquets y se centraba en armar contras fulgurantes, ataques letales y supersónicos de las cobras blancas más venenosas (CR7, Benzemá e Higuaín). La apuesta surgió efecto. Min 11. Una contra lanzada por Pepe y continuada por Benzemá (excelente servicio en profundidad de Karim a Cristiano) acabó en gol de la bestia lusa. Buen zurdazo que se come Pinto. Demasiado espacio a la espalda de la defensa culé, todo un caramelo para el tridente blanco. Lo que ocurrió después, como titula esta crónica, es un "déjà vu". Se sucedieron demasiadas cosas que ya habían pasado con anterioridad. El Barça no se puso nervioso, ni un poquito siquiera. Al igual que en el clásico de diciembre, aún con el marcador en contra, siguieron con su juego de paredes y apoyos constantes, buscando sigilosamente la meta de Iker Casillas con jugadas de 30 y 40 pases continuados, con posesiones interminables. Iniesta, Messi y Alexis (que partidazo del chileno) estuvieron muy cerca del empate, pero la puntería, Casillas (como siempre de lo poco salvable del RM) y el poste imposibilitaron el empate antes del descanso. Mourinho no daba con la tecla. Su Madrid iba ganando, pero sufrían demasiado sin balón, sufrían porque no atacaban como a ellos les gusta, sufrían horrores cada vez que Xavi conducía el balón (miro aquí, miro allá, giro de cadera, la piso y servicio perfecto), sufrían mucho cada vez que Iniesta encaraba a Altintop (como un cadete contra un benjamín, muy fácil para el manchego)... El primer gol blaugrana era cuestión de tiempo, la victoria del Real Madrid, visto su planteamiento, era cuestión de un milagro.
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Cristiano se reconcilió con el público merengue. Más que aceptable su partido. |
La segunda parte del encuentro fue el escenario de un nuevo recital culé en territorio comanche. Mourinho perseveró en su estilo rácano y resultadista y encontró su castigo a los cuatro de la reanudación. Otro "déjà vu". Xavi al córner y Puyol entrando al remate desde fuera, en carrera, como un auténtico tiburón (idéntico al que marcó en el 2-6). La marca del capitán culé era de Pepe, error grave del luso que solo pudo ver como una sombra le pasaba a 200km/h para conectar un cabezazo imparable. Min 49. El plan de Guardiola seguía su curso. Messi, Pique, Alves, Abidal, Fabregas (día a día su influencia en el juego aumenta), Xavi y compañía fueron siempre fieles a su estilo de juego (si algo va bien no hay porqué cambiarlo) y además recibieron un `bonus`con el tempranero gol del empate, que les ponía las cosas mucho más en franquicia. La impotencia, la mediocridad y la dureza (a veces suciedad, véase Pepe o Coentrao) se apoderaron del juego merengue, mientras la maquinaria del Barça empezaba a fraguar la jugada definitiva a base de pases, regates, apoyos y desmarques continuos. En este estado de encarcelamiento merengue Benzemá quiso quitar los grilletes de sus compañeros poniendo de nuevo por delante al Madrid, pero su cabezazo (a centro de Altintop) impactó con el poste. Hasta las hadas habían abandonado a su suerte al equipo de Mou. Malas noticias, la afición ya se temía lo peor, una nueva derrota, un nuevo tropiezo ante la misma piedra, esa sensación (muy conocida ya) de impotencia... Todo se repetía, esto ya lo habían vivido, "es imposible, otra vez no" pensaban algunos. Pues entre patadas y feas actitudes de Coentrao, Alonso, Carvalho y Pepe, que ganaron con diferencia la guerra sucia a Fabregas, Pique y Busquets, llegó la estocada final al planteamiento suicida de Mou. Min 77. Messi amenaza desde la frontal con iniciar una jugada maradoniana y cuando todos están pendientes de él (cinco jugadores blancos le prestan atención), dibuja un pase a lo 'Xavi' (servicio bombeado, templado y letal) para dejar solo a Abidal (CR7 se olvida de su marca), quien con un preciso toque de exterior colocaba el 1-2 en el marcador. Apocalipsis blanco. Una vez más el Barça metía dos goles en su casa, una vez más se veían por debajo en el marcador, una vez más la fortaleza de su sistema psíquico se venía abajo como un castillo de arena ante la brava marea del juego catalán. El embrujo del "tiqui-taca" había desmontado la furia y el orgullo de los blancos, impotentes ante otra demostración de poderío del 'nuevo rico' del fútbol mundial, el FC Barcelona. En los últimos 15' no hubo ni un amago de reacción, las fuerzas y las ganas de alegrar de los blancos se habían esfumado por culpa de los de siempre.
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Abidal empieza a ser leyenda en el Camp Nou por goles como el de ayer. |
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Carles Puyol. El capitán. El tiburón volador. |
¿Tolera la afición blanca a Mourinho una alineación tan defensiva? ¿Tolera la afición blanca un comportamiento tan sucio, duro e indigno de algunos de sus jugadores? ¿Tolera la afición blanca la estrategia del 'patapúm parriba' y todos a correr? No debería, primero porque la plantilla blanca es de las más potentes y completas que se han visto en la historia, segundo porque comportamientos como el de Pepe (Florentino, tienes un problema grave) y Coentrao no pueden ser admitidos en la entidad más gloriosa del deporte del balompié y tercero, porque a los de Guardiola no les vas a ganar si te comportas como el Granada o el Racing de Santander (con todos mis respetos hacia ellos), siendo tu el RM y jugando en tu casa. Los graves daños que ha causado el misil que ha disparado la flota de Guardiola al navío de Mou se podrán observar con más exactitud en unas semanas, pero tiene pinta de que este no ha sido otro clásico más. El Barcelona encarrila su pase a semifinales y se rearma de moral para dar el "Gran golpe 2.0", ganar de nuevo los tres títulos en juego (en la liga es donde mas difícil lo tienen). El miércoles que viene en el Camp Nou, en la vuelta de la eliminatoria, "Mourinho's eleven" tiene la palabra. La historia de su escudo y el deporte le obligan a ir a por la victoria, sin medias tintas. Es un duelo de titanes. Quien no mata, muere.
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Pepe debe pedir perdón por su actitud sucia y pendenciera de anoche. |
PD: La actuación arbitral de Muñiz Fernández fue nefasta. Pepe (debió ver dos amarillas y una roja directa, casi nada) y Carvalho (pudo ser expulsado tranquilamente en su patada por detrás a Messi) debieron ser expulsados.
Resumen visual del partido --> http://www.youtube.com/watch?v=TLmeW2jbmes
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