domingo, 26 de octubre de 2014

THE WALKING DEAD

¿Es este el principio del fin? La Real, evidenciando una vez más cuán grave es su crisis, volvió a pegarse ayer un fuerte leñazo. Esta vez fue en casa del Córdoba, el colista de la Liga BBVA, un equipo que va a llegar al mes de noviembre sin haber ganado un solo partido. Revelador, ¿verdad? El conjunto txuri urdin, cual zombi descerebrado, sin alma, saltó al campo “a verlas venir”. No hubo un plan establecido, no hubo corazón. El virus ha alcanzado ya una fase muy peligrosa...

El equipo dirigido por el vilipendiado Jagoba Arrasate camina con más pena que gloria por la Liga, y ya han pasado unos ocho meses desde el inicio del proceso degenerativo. La descomposición, que cada vez es más desagradable, afecta a todas las lineas del equipo y a las altas esferas del club. Esta maldita pesadilla comenzó en febrero, antes de lo que la mayoría tiende a pensar. En La Rosaleda, el 17 de febrero. Un partido que se ganó, por cierto, pero en el que sin duda alguna algo oscuro y siniestro empezó a cobrar vida en el organismo txuri urdin. La tremenda inyección de euforia que supuso vencer al Barça días después fue perjudicial, por paradójico que parezca.


 El encargado de paliar esta crisis y expulsar el virus, Arrasate, es seguramente uno de los grandes responsables de esta caída en picado, de este nefasto momento que está llevando a la escuadra donostiarra a coquetear con los puestos de descenso. No obstante, las culpas, obviamente, están compartidas. Desde el presidente, Jokin Aperribay, hasta el director deportivo, Lorenzo Juarros, pasando también por los cuatro capitanes del equipo (Prieto, Ansotegi, Mikel y Vela), todos ellos están siendo parte activa de la putrefacción que sufre el club blanquiazul.


 Ese 'run-run' entre el entorno y la afición

Olvidaros, en cierto modo, de la pasión y el amor por los colores realistas. Que nadie me malinterprete, el apego y el orgullo por el glorioso escudo realista es algo imperecedero, una fuerza inherente a la vida. Sin embargo, hoy día son otro tipo de sensaciones las que dominan el pobre corazón del aficionado realista. Tristeza, incomprensión, nervios, rabia, dolor, frustración... y confusión. La mente del fiel a la Real Sociedad es ahora mismo un guirigay en el que se mezclan recuerdos malos y buenos del pasado junto a oscuras y bellas expectativas de futuro. Muchos ya no van con el pecho henchido y una sonrisa en la cara a Anoeta, y esto es algo que da qué pensar.


 “Hasta aquí hemos llegado”, es lo que pensamos muchos. El desencanto que siente el aficionado hacia su equipo del alma es un claro indicador de que las cosas llevan tiempo funcionando mal. Este 'muerto' está asustando mucho a sus seres queridos y, lo que es peor, cada vez desprende un hedor más fuerte. La Real ha perdido su chispa y su alegría de vivir. Ya no hay ni ritmo, ni intensidad, ni concentración. El equipo ha caído en un estado de complacencia, el grado de exigencia está bajo cero y por momentos desaparece hasta el amor propio y la vergüenza torera. Poco a poco vamos contemplando síntomas de relajación, que van dando lugar a espectáculos vulgares y llenos de mediocridad. Por favor, antes de que este 'muerto' se haga un daño irreversible, ¡que alguien haga algo!


 PD: No me juzguéis por ser tan dramático y tremendista, solo recordar que, tal y como dijo Jorge Valdano, “el fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”. Qué bonito sería poder cantar eso de “Que no estaba muerto que no, que no estaba muerto que no…” dentro de no muchas semanas.