lunes, 22 de septiembre de 2014

UNA GRADA ANESTESIADA

Quizás fue porque era domingo y en horario matinal, el sol pegaba duro y era el último día de un verano raro, como casi siempre en Donosti. “Estos del Almería son una banda” era el sentir general del 99% de la afición realista (con todos mis respetos al conjunto andaluz), que iba con un relativo grado de optimismo al estadio amaratarra, sabedores de que una victoria colocaría a la Real en la zona noble de la tabla. ¿De qué te ibas a preocupar? ¿Qué jugador o qué característica del juego del Almería podía hacer temblar la estructura de un equipo como la Real? La escuadra rojiblanca llegaba a San Sebastián habiendo conseguido dos empates y una derrota en sus tres primeros encuentros de Liga y, ojo al dato, habiendo sumado en todo este año 6 puntos sobre 33 posibles en sus partidos como visitante. Los números, una vez más, son sinceros, no entienden de engaños.

La grada vio como el equipo txuri urdin llegó a sembrar el pánico entre la defensa andaluza en numerosas ocasiones en unos primeros 20’ muy buenos por parte de los jugadores de Arrasate. En un inicio alegre y fulgurante las ocasiones eran de todos los colores, la grada ya se relamía pensando en una goleada pero, al final, siempre sucede lo mismo. El que perdona acaba pagando. El gol del Almería fue un auténtico esperpento en el que tomaron parte Zubikarai, De la Bella y el equipo arbitral. A los dramáticos momentos que vive la zaga realista en cada defensa de un balón parado se une la evidente inquietud que siembra Zubikarai cada vez que abandona su portería. El que haya sido defensa sabe perfectamente de lo que hablo.



Una vez más, el partido cuesta arriba. La Real ha empezado perdiendo sus últimos cinco encuentros oficiales, contando con la debacle de Krasnodar. Así es muy difícil sacar resultados positivos y poder desarrollar las ideas que se han ido entrenando a lo largo de la semana en los entrenamientos. Al equipo txuri urdin no le sentó nada bien el tanto del rival y, poco a poco, comenzó a descomponerse y a partirse en dos, dando más facilidades a los ataques del equipo andaluz. Granero, Prieto, Canales y Vela eran los encargados de encauzar los ataques realistas pero, como ya he dicho, a raíz del tanto visitante el atasco en la zona de creación fue cada vez más notable y esto se tradujo en nerviosismo y prisas a la hora de llevar el balón hasta el área rival. Para entonces en la grada ya se había empezado a producir un ‘run-run’ extraño, que mezclaba enfado, nervios y amargura.


En la segunda mitad las cosas no sufrieron cambio alguno. La Real no era capaz de hincarle el diente al Almería y, para colmo, otra mala defensa a balón parado desembocó en el gol de Dos Santos. La estirada de Zubikarai, insuficiente a todas luces, puso en evidencia el terrible problema que tiene el conjunto realista en su portería. Por cierto, Iñigo está a años luz de su mejor estado de forma y se le necesita al 100% ya. Los minutos pasaron entre las buenas paradas, esta vez sí, de Zubikarai para evitar el 0-3 (¡?) y los arreones de Chory Castro, que salió al campo en sustitución de Canales. El buen gol del uruguayo a 5’ del final encendió la mecha de la ilusión en un sector de la afición, que todavía creía en el milagro de remontar por tercera jornada consecutiva un resultado de dos goles en contra. No todos los días son domingo, ni todo el campo es orégano, amigos.

 Hablo lo de un sector de la afición porque, el otro, aquel que vive ya entre la extraña línea que separa la frustración con la indiferencia, celebró sin mucho brío el gol del Chory. Buena parte de la grada estaba anestesiada, y ya digo que no sé si es porque era domingo, por la hora, por ser el último día de verano… Corren tiempos raros y de incertidumbre para el centenario conjunto donostiarra, quien no hace mucho era la envidia de buena parte del fútbol estatal. La grada ya no sabe si mirar al campo, al banquillo o al palco, no sabe si tiene que reír o llorar, no sabe si el hecho de ponerse furiosa va a arreglar algo y no sabe si la indiferencia ante el enésimo disgusto de este 2014 puede hacer creer que has dejado de querer a tu equipo del alma... Todo hace indicar que en la planta noble de Anoeta cada vez se mira con más recelo la labor de un cuerpo técnico que no es capaz de hacer funcionar a una plantilla plagada de futbolistas de alto nivel. 20 puntos, 23 goles a favor y 27 en contra en los últimos 17 encuentros ligueros dan para pensar mucho.



Matar… o morir


Átense los cinturones porque vienen curvas muy peligrosas. A la delicada situación del equipo txuri urdin se le suma, obviamente, la imperiosa necesidad de empezar a sumar puntos para no empezar, como de costumbre, descolgados en la Liga. Pues bien, el Sevilla este miércoles y el Valencia dentro de seis días son los próximos rivales que van a poner a prueba la personalidad y el nivel de la escuadra realista y, de paso, testarán también la paciencia de una afición demasiado benevolente. Matar para seguir viviendo, morir para volver a nacer. Es muy precipitado hablar ahora de ‘finales’, pero una derrota en el Sánchez Pizjuán haría que el ambiente de Anoeta el próximo domingo estuviese crispado y muy enrarecido.