jueves, 31 de octubre de 2013

LA TORMENTA IMPERFECTA

Qué felices eramos y qué bonito era todo, ¿eh? Ayer a las 21:30h la afición de la Real Sociedad no cabía en sí de júbilo y satisfacción. La escuadra donostiarra dominaba con insultante superioridad el marcador y la posesión del balón, caminaba alegremente por una llanura de tranquilidad, con el horizonte despejado y el sol ahí arriba, guiñándole un ojo, en plan 'colegueo'. Parece que es el clásico desarrollo de un partido plácido, pero, vaya, no todos los cuentos tienen finales felices. A las 21:32h aparecieron las primeras nubes de evolución que enturbiaron, en cierto modo, el ambiente de serenidad absoluta que habían conseguido jugadores, cuerpo técnico y afición. "¿No se pondrá a llover ahora, no?" seguro pensaría más de uno. Ese 'estado zen' que habíamos adquirido tan surrealistamente (el segundo de Griezmann es un chiste muy malo de Rueda) amenazaba con esfumarse rápidamente. Oh, mierda... así fue. A las 21:35h comenzó a arreciar la lluvia con fuerza, muchísima fuerza. El trabajo de unos buenos 70', llenos de autoridad y calidad, se fue al garete gracias a la fragilidad del equipo, que se desplomó con el 1-2, dando lugar instantes después al empate.

"Esto es primera división, si puedes matar un partido, tienes que hacerlo"
Jagoba Arrasate.

El temporal siguió azotando con fuerza y a los txuri urdines les parecía estar viviendo una pesadilla. Los errores de concentración de Mikel, Markel y Cadamuro, entre otros, propiciaron una remontada exprés más propia del Real Madrid de Capello, aquel del 'clavo ardiendo', y no del Valladolid de JIM. El agua que descargaron las nubes caló hasta los huesos de los guerreros realistas, haciendo que cundiera en ellos la desazón y el nerviosismo. En lugar de levantar la cabeza, inflar el pecho y capear el temporal, dieron paso a un aluvión de juego y empuje de su rival. El Nuevo José Zorrilla parecía La Bombonera, no exagero. La grada enloqueció gracias al vuelco en el marcador y creyeron, con razón, en una remontada que se recordaría durante mucho tiempo por esas tierras. La tormenta perfecta estaba a punto de desatarse, con toda su furia, en tierras vallisoletanas. La Real estuvo K.O. durante 12 interminables minutos, hasta que llegó el culmen, el clímax de esta tragicomedia o novela de terror, como se quiera ver.


Eran las 21:47h y al menos yo, no sé vosotros, tenía un disgusto encima de campeonato. Mikel había hecho un penalti clarísimo, muy descarado. El error, flagrante a mi modo de ver, lo cometió por contagio. Contagio de un escuadrón de hombres nerviosos y llenos de canguelo, quienes no sabían ni por donde les daba el aire, y por lo tanto, estaban predispuestos a errar en situaciones límite. Afortunadamente, siempre hay una pieza en estas batallas que no se mueve igual que las demás, que no está sujeta a las mismas leyes de los defensas, medios y delanteros. Benditos cancerberos, y bendita su locura. Claudio Bravo, el capitán de Chile, ajeno a los nervios de la tropa realista, decidió interrumpir la tormenta perfecta. Detuvo el penalti de Ebert, un especialista en estas artes, y desquició a toda la familia del Valladolid, que ya se relamía pensando en las mieles de un triunfo inverosímil. Tormenta 'interruptus'.


Lo que pudo ser un cuento tranquilo y feliz, terminó con Arrasate y sus hombres al borde de un precipicio gigantesco. Créanme que la derrota habría sido un palo tremendo, mayor de lo que pensamos, más si cabe después de la evolución vista en las últimas dos semanas. Alegría, relajación, sensación de superioridad, nervios, confusión, terror, pánico y alivio, mucho alivio. En fin, que ha vuelto Claudio Bravo, y además por la puerta grande.


jueves, 24 de octubre de 2013

SIN PLAN, SIN PUNTOS

Un invitado sorpresa se coló ayer en la loca fiesta de los 6.000 seguidores realistas en Old Trafford. El ya conocido 'autogol', unas veces querido y otras odiado, decidió el destino del choque entre el Manchester United -Goliath- y la Real Sociedad -David-. La Real se presentó en el 'Teatro de los sueños' con un plantel a priori de garantías, pero con lo que nadie contaba (o no queríamos contar) era con la posible empanada con la que podríamos salir en los primeros 20'. Lamentablemente, así fue. La escuadra de Arrasate no entendió muy bien su 'papel' a interpretar, eligió mal los momentos para equivocarse y tuvo la suerte de que los 'actores' del United eran los secundarios, de lo contrario la derrota hubiera sido más abultada. El equipo donostiarra, arropado por una afición maravillosa, no supo hincarle el diente al peor United de los últimos 15 años, no supo librarse del miedo escénico, y lo que es peor, no fue fiel a su idea de juego. Falta de oficio, nervios, mala suerte, escasa ambición, nula concentración... Esta es la historia de un sueño que acabó por convertirse en pesadilla.


La primera función de la obra se podría titular "Crónica de un suicidio", escrita y dirigida por Jagoba Arrasate, protagonizada por buena parte del once inicial. La primera jugada, la que definió el resultado final, fue el resumen perfecto de este primer acto. El miedo escénico de un escenario tan majestuoso como lo es Old Trafford oscureció la mente del plantel realista, los nervios agarrotaron pies y cabeza y la concentración y la agresividad brillaron por su ausencia. Así es como se podría describir el 'autogol' de Iñigo, en el primer minuto (como dolió). "La primera en la frente", como diría aquel. El golpe fue, además de absurdo, espantosamente duro, pero los miles de seguidores realistas no pararon de intentar reanimar a ese equipo moribundo que esperaba a que arreciase el temporal. Rooney, Kagawa y Giggs -Sir Ryan Giggs-, dieron una clase magistral de 'football' mientras lideraban las acometidas de los 'Red Devils' : regates, conducción, controles orientados, fortaleza física, velocidad, coordinación, liderazgo... Este trío de ases puso en jaque a una defensa realista que estaba echa un 'flan'. Debido al bajo estado de forma de Mikel e Iñigo (hay que recuperarlos como sea), pudimos disfrutar de la mejor versión de Claudio Bravo, que atajó y cerró todas las vías de agua que provocaban sus compañeros en la defensa. Lo único destacable de esta ínclita primera mitad fue el arrojo y la intensidad de Griezmann (fantástico envío de falta a la mismísima escuadra), que contrastó mucho con la pasividad y ritmo decadente de Vela o X. Prieto, entre otros. El capitán debía dar ejemplo, pero el de ayer no fue su día. La primera mitad terminó y yo me quedé con la sensación de que ni pudimos, ni quisimos. Ayer a la Real le faltó un plan, y eso es algo demasiado importante como para olvidarlo. Ya fuera jugar a la defensiva o intentar imitar el fútbol total del Ajax de los 70', cualquier cosa. No hubo ideas, el juego fue plano e inofensivo. Jagoba, ahí la llevas.


El segundo acto lo titularemos así, "Hijo, yo jugué en Old Trafford". Las constantes vitales del equipo realista se recuperaron paulatinamente después del inicio de la segunda mitad, y se puede decir que sí, que la Real estuvo de cuerpo presente en el mítico estadio del United. Con una presión más adelantada, y sobre todo, más ordenada, el United se vio algo acorralado y sufrió para hilvanar jugadas de calidad y precisión. Zurutuza y Markel se hartaron a recuperar balones en la zona ancha y ayudados por el ímpetu de Charly y el talento de Antoine Griezmann la Real empezó a sacudirse los nervios y a meter 'algo' de miedo a la fiel parroquia del 'Teatro de los sueños'. Aun así, esta reacción no fue suficiente para crear ocasiones claras de verdad. Bien es cierto que meritorios del United como Jones y Evans (sustituyeron ayer a Vidic y Ferdinand) cuajaron un partido muy serio, pero la cruda realidad es que el ataque de la Real está en horas muy bajas. Así las cosas, el técnico berrituarra decidió meter en escena a Pardo, Agirretxe y 'Chory', en lugar de Seferovic (...), Prieto y Zurutuza. Ni por esas, vaya. Pardo no encontró su sitio en ningún momento, y los otros dos manejan un nivel muy pobre en las últimas fechas, algo que se empieza a dejar notar entre la afición. En los últimos 20' la escuadra vasca se volcó en ataque, pero mientras unos se chocaban con la muralla defensiva de Moyes, otros como Rooney se lo pasaban en grande montando una y otra contra, aliándose con Kagawa, Valencia, Young, Chicharito... El 2-0 estuvo mucho más cerca que el 1-1, a pesar de que De la Bella incrustase un misil en el palo poco después de reanudar el partido. Se puede decir que la Real combatió, al menos, con algo de dignidad en esta segunda mitad, pero eso no va a ocultar la decepción de técnicos, afición y jugadores. ¿Ayer dio la cara la Real? No, para mí no. A sabiendas que el equipo ha perdido a su ancla y a su sustituto -Illarra y Granero-, eché de menos sangre caliente, disciplina y, por dios, un plan. Desde el banquillo empiezo a ver cada vez menos soluciones para un equipo que se desordena con excesiva facilidad. La hazaña de meterse en octavos de final empieza a superar ya la categoría de 'milagro'...


La afición txuri urdin, que viajó hacia tierras británicas con el sueño de tomar Old Trafford, se lleva para la memoria una actuación muy pobre de su equipo, pero se va dejando la impresión de ser una afición espectacular. Recuerdos de alegría y tristeza, en la misma maleta. No es justo, pero así es el fútbol. La Real Sociedad no superó la prueba de valor y grandeza que le planteó la competición de las competiciones, pero por fortuna, dentro de tres días le espera la oportunidad de sacar una sonrisa a su afición en Anoeta, ante el Almería. Tal y como están las cosas, partido de ganar o ganar.